Las obsesiones.

Las obsesiones
Por Joaquín Carrizosa

Según mi experiencia, la ansiedad tiene la cualidad de abrirse paso en nuestro ser tal como lo pudiera hacer el agua en un entorno natural. De ese modo, y continuando con la comparación, si a un río le pusiésemos un muro de contención (en un determinado punto de su cauce), el agua se abriría camino por otros lados: por sus bordes, rebosando ese muro, etc.

Igualmente, la ansiedad, cuando es atajada en alguna de sus manifestaciones, como puede ser superando la agorafobia, o dejando un hábito como el de fumar o el de comer compulsivamente, se abre paso de nuevo por nuestro ser, tal como el río del ejemplo anterior, creándonos un nuevo hábito, e incluso trastorno, con la ansiedad nuevamente como pilar fundamental de ese nuevo hábito o trastorno.

Por ese y otros motivos, las obsesiones fueron muy importantes en mi recorrido del pánico a la alegría, dado que tras superar el pánico, la ansiedad se abrió paso en mi, como en cualquier otro en parecidas circunstancias, manifestándose ahora a modo de recurrentes pensamientos aterradores, que incidían en mi mente de forma prácticamente constante. Es por ese motivo que las obsesiones ocupan una parte muy importante en el libro “Del pánico a la alegría”.

Hablamos de obsesiones cuando en nuestra mente surgen una y otra vez pensamientos con un contenido amenazante para nosotros, y respondemos realizando alguna acción con la que, de forma compulsiva, intentamos mitigar las posibles consecuencias de lo que nos vaticinan esos pensamientos que nos obsesionan.

Pondré un ejemplo:

Imaginemos que tenemos un pensamiento que nos atormenta, como puede ser el temor a perder el control y cometer algún tipo de locura, o a resultar contaminados fatídicamente por tener contacto con cualquier objeto; cuando respondemos ante ese, u otros pensamientos similares, realizando acciones, a modo de ritual, con las que pensamos que es el único modo de que no nos suceda lo que tememos, podemos decir que sufrimos obsesiones.

Esas acciones pueden estar muy bien definidas, como es el caso de las personas que se lavan compulsivamente las manos o todo su cuerpo, con el fin de no resultar contaminados por el contacto con otras personas y objetos en general; o como las acciones que realizan quienes cuya compulsión consiste, fundamentalmente, en ordenarlo todo, experimentando una gran ansiedad cuando no lo hacen así; o por citar otro ejemplo, las personas cuya compulsión consiste en verificar una y otra vez el estado de algunas de sus cosas, como por ejemplo, si han cerrado la puerta de casa, o cuanto dinero llevan en su cartera, aun habiéndolo hecho recientemente y siendo conscientes de ello.

Esas acciones, como dije anteriormente, pueden estar muy bien definidas, o por el contrario, pueden resultar bastante difíciles de detectar, como es el caso de las personas que sufren obsesiones y que no realizan ninguna acción, en apariencia, para mitigar la ansiedad que les producen. Generalmente, este tipo de personas, se enredan en una intensa actividad intelectual durante horas, e incluso días, con la pretensión de mitigar tanto la ansiedad que le producen sus propios pensamientos, como las supuestas consecuencias que éstos les vaticinan. Es decir, imaginan compulsivamente posibles soluciones ante sus pensamientos obsesivos, una y otra vez, con la esperanza de calmar así la ansiedad que estos les producen, y también con el fin de que no suceda lo que ellos tanto temen.

Tanto en este caso como en el de las demás clases de obsesiones, lo que permite que los temores se conviertan en obsesiones, es precisamente la realización de esas acciones (o rituales) con las que se pretenden neutralizar.

Para aprender a manejar las obsesiones existen numerosas terapias y metodologías, como son la terapia cognitivo-conductual o los fármacos que en la actualidad están indicados por los psiquiatras para ese trastorno.

Personalmente considero que es con la práctica de la meditación, Samatha y Vipassana, con lo que este tipo de trastorno se erradica más eficazmente.
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Las obsesiones son un problema bastante común y cotidiano. Todo el mundo se ha sentido en alguna ocasión "atrapado" por algún pensamiento que le atormente, en ocasiones absurdamente y en otras de forma justificada. No obstante, para bastantes personas esos pensamientos tormentosos llegan a resultar verdaderamente un problema limitante, generador de mucha ansiedad e incluso el desencadenante de depresiones.

En términos de psicología occidental, a las personas a quienes sus obsesiones se convierten en un trastorno psicológico considerado como tal, se les dice que sufren "TOC" (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Se caracterizan por sufrir esos pensamientos tormentosos y generadores de ansiedad de forma muy recurrente, así como por realizar unas determinadas conductas (denominadas rituales) con las que "ahuyentan" a sus temores temporal y levemente. Existen varios tipos de personas obsesivas algunos autores las clasifican en función del tipo de ritual o comportamiento que llevan a cabo con la intención de ahuyentar sus temores (limpiadores, verificadores, ordenadores, acumuladores, ritualizadores mentales y atormentados u obsesivos puros). Así, por ejemplo, los <> se sienten atormentados por la idea de que puedan contraer alguna enfermedad por el mero hecho de tocar cualquier cosa, por lo que muy frecuentemente se levan compulsivamente las manos, se duchan, lavan su ropa, etc. En suma, todos ellos realizan un claro ritual ante los pensamientos que les atormentan.

Sin embargo, los denominados atormentados u obsesivos puros se pueden pasar horas, en incluso días continuados preocupados enormemente y absortos en sus tormentos sin que, aparentemente, realicen ningún ritual o compulsión. Señalo <> porque, según pude comprobar por mi propia experiencia con ese tipo de obsesiones, si que se realiza un comportamiento compulsivo consistente en <> compulsivamente una posible solución ante la idea o pensamiento atormentador, con el objeto de que desaparezca el amenazante peligro que vaticina.

Como en el caso de las crisis de pánico, de la depresión y de otras muchas causas de sufrimiento emocional, es un problema que tiene solución. Para ello además de distintos fármacos que pueden servir de ayuda a los casos más severos, existen terapias y técnicas con las que aprender a manejarlas. En mi libro "Del pánico a la alegría"" narro la experiencia que tuve con las obsesiones, especialmente con las denominadas atormentadoras u obsesiones puras (las cuales pueden resultar muy complicadas de superar debido a lo sutil de la compulsión de que se acompañan), así como el conjunto de técnicas y recursos de que me serví, y el modo en que las empleé para superar definitivamente ese mal. Entre otras, separaba y observaba profundamente cada uno de los elementos de que se componían mis obsesiones (sensaciones, pensamientos, conductas, emociones). Observaba y analizaba cada uno de esos elementos para después aplicar el pensamiento y la conducta correctas. Superé definitivamente ese trastorno; fue un poco difícil pero con ello aprendí no sólo a superar mis obsesiones, sino a conocerme bastante más a mi mismo y al entorno que me rodea.

Recogido de la página de Joaquín Carrizosa

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