Una receta para ser optimista



Por Ramón Fernández Palmeral

Hace años encontré entre unos papeles una receta manuscrita, anónima, no sé los años que puede tener. Si analizamos la receta con detenimiento, vemos que nos quiere decir algo, y este algo que yo intuyo, se divide en dos partes, una en la que nos explica qué es el optimismo y luego nos anima a memorizar unas palabras. Y os tengo que decir, que memoricé estas palabras y, que, sin querer, constantemente se me vienen a la cabeza como un mantra a oración, y tengo que decir que me funciona, que me predispone a ser optimista, porque el optimismo es una aptitud positiva que se aprende. Las palabras son:

Optimismo:
confianza
convencimiento
certeza
ilusión
ánimo
esperanza

Memorizar:
1 asombroso
2 atractivo
3 espléndido
4 genial
5 fascinación
6 fantástico
7 maravilloso
8 magestuso
9 solemne

Yo agregaría "guay" y "chuli"

Hemos visto que el optimismo pose un lenguaje donde no aparecen el derrotismo, las quejas ni los quejicas de aquellos que nada más levantarse ya le parece el día malo. Que se quejan de los horarios de trabajo y de todo cambio, porque la comodidad consiste en no hacer ningún esfuerzo por cambiar. Siempre están en crisis, en crisi están los que vienen en pateras y se las juega en el mar, en crisis están un tercio de la humanidad.
Un pesimista suele pensar que el pasado fue mejor, por el contrario un optimista vive el presente, tiene distracciones, un “hobby”, se suele tomar un café o una cerveza con los amigos, hablan y cuentan chistes, se rien de ellos mismo, sonríen y dan ánimos como un entrenador de fútbol a sus jugadores. La vida no es perfecta, por eso vive y deja vivir, tiene un lenguaje cuya haz de palabras son las de la receta que arriba indicada.

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